Botones que bailaron en vestidos de 1940,
encajes que sobrevivieron mudanzas y viajes,
piedras que la Tierra pulió por siglos.
Nada entra a mi taller sin tener un pasado que contar.
Sí, a veces descoso todo. Porque si no me late el corazón al verlo,
¿cómo hará latir el tuyo? Cada puntada la doy pensando en eso:
en que algún día, esta joya encontrará tu cuello, tu muñeca, tu pelo.
Te mando la pieza + una carta donde te cuento su historia.
Porque esto no es una compra: es el inicio de tu legado.
¿Quieres ser parte de este ritual?
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